Ceder el pase
Llevaba en auto a una de mis hijas a su clase de natación hace algunos días y en una esquina una persona esperaba que le dieran pase. Como suelo hacerlo, sobre paré e hice la seña para que pudiera cruzar, la misma que fue respondida con una mano levantada que claramente decía “gracias”.
La escena, que la debo haber vivido cientos de veces, esta vez me dejó pensando en cuestiones como ¿por qué tiene que esperar alguien a que un auto le dé pase? o ¿por qué me tienen que dar las gracias?, pero que me llevaron a una pregunta más importante: ¿por qué debo ceder el pase?
La respuesta evidente es porque es lo que corresponde según las buenas costumbres, la educación cívica o hasta la moral, pero se me vinieron más ideas en los siguientes días:
En una sociedad global como la actual, en donde se fomenta la competencia y todo el mundo anda apurado, ceder el pase es una señal en dirección contraria. Ceder el pase es una oportunidad de bajar la velocidad, de hacer una pausa.
En una sociedad local, como la de mi ciudad, el respeto a las normas y el comportamiento cívico casi ya no son valorados. Justamente por esto cobra más importancia un detalle como este. Ceder el pase es revalorizar lo que importa.
Dicen que para ser feliz uno debería, cada día, disfrutar de algún placer, hacer algo ético y ayudar a alguien. No sé si ceder el pase sea alguna de las dos últimas, pero por ahí va. Ceder el pase te va a hacer más feliz.
Como por estos lares no es una costumbre frecuente, te van a dar las gracias y van a poder avanzar. Ceder el pase hará más feliz a otros, a la vez que agradecidos, y eso te hará aún más feliz a ti.
Alguien verá tu gesto y lo replicará con alguna probabilidad. Ceder el pase multiplicará el bienestar.
Ceder el pase no es sólo una obligación moral como lo definiría la deontología, sino que producirá beneficios tangibles, como lo diría el utilitarismo.
Así que si conduces algún vehículo para ir a algún lado, ahora tienes decenas de oportunidades a la semana para ser mejor persona y contribuir con los demás, sobretodo si vas en el vehículo más grande o si vas por la vía preferencial (y ya no estoy hablando de tránsito). Y si te ceden el pase, agradecerlo pertenece al mismo círculo virtuoso.
Es que cuando se hacen las cosas tan mal hay tanta oportunidad de hacerlas bien.
Cederlo, agradecerlo y repetirlo. Tan simple, tan necesario, tan potente.